La calma de la
obra de arte es, paradójicamente, una calma dinámica y no estática; el arte nos
ofrece los movimientos del alma humana en toda su profundidad y variedad. La
forma, la medida y el ritmo de estas emociones no se pueden comparar con ningún
estado emotivo en particular. No
sentimos en el arte una cualidad emotiva simple o singular. Es el proceso
dinámico de la vida misma, la oscilación constante entre los polos opuestos,
entre la pena y alegría, esperanza y temor, exaltación y desesperación. Dotar
de forma estética a nuestras pasiones significa transformarlas en un estado
libre y activo.
Ernst Cassirer
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